Por Jesús Alfaro Águila-Real
Cuando nos leíamos los libros de texto ya en septiembre
No creo que fuera mi primer libro, pero sí uno de los primeros: El libro de España de Fray Justo Pérez de Urbel. Era un libro de texto de primaria (¿de cuarto?). Mi madre me lo compró, con todos los libros de texto de aquel año y no habíamos empezado las clases y ya me lo había terminado. Para los que se quieran dejar engañar por la portada, el libro se escribió por encargo de los Maristas en 1928 a imitación de un libro francés y a estímulo de una orden ministerial de 1921 y narraba el viaje de dos niños desde Francia y por toda España para encontrarse con sus abuelos en Andalucía. Franco, como con todo, reformó el texto para adaptarlo a su Régimen. En un blog se lee:
El primer tercio del siglo XX fue en España una época de intenso patriotismo. La guerra hispano-yanqui en Cuba y Filipinas terminada tan malamente para España, las campañas del Rif, el auge del militarismo que acabaría, de momento, con la dictadura del general Primo de Rivera, tuvo su adecuado reflejo en la enseñanza. Se trataba de inculcar a los escolares de la época lecturas “patrióticas” que exaltasen los valores patrios y las glorias nacionales, como por otra parte estaban haciendo otros países en los años posteriores a la guerra franco-prusiana y anterior a la Gran Guerra. Dichos precedentes debieron rondar por la mente de los redactores del Real Decreto de septiembre de 9 de septiembre de 1921 (Gaceta de Madrid del 10 de septiembre) por el que el entonces Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes anunciaba la apertura de un concurso para “elegir un libro dedicado a dar a conocer a los niños lo que es y representa España y a hacerla amar”, que estaba dotado con un primer premio de 50.000 pesetas y otro de 25.000.. Al concurso se presentaron 63 obras, ninguna de las cuales fue merecedora de premio, a juicio del jurado, quizás porque, como solía ser frecuente en esta época, a unos gobiernos del partido conservador (los de Maura y Sánchez Guerra) había sucedido otro del partido liberal (el de García Prieto). Ello no fue obstáculo para que durante los años siguientes distintas editoriales fueran publicando libros de lectura escolar en el mismo sentido “patriótico” inspirador del fallido concurso.
El más grave problema de nuestra educación es la apatía y desinterés de los estudiantes por aprender
Dice un post de Michael Strong que
El primer libro que leyó mi hijo fue «Historia Ilustrada del Universo» de Larry Gonick, una historia de dibujos animados irreverente pero sofisticada. Lo comparé con el libro de texto de historia de 4º grado que le habían asignado en la escuela. El libro de texto de historia, como la mayoría de los libros de texto de historia, era una basura aburrida, insípida y tediosa… Especialmente en las escuelas intermedias y secundarias, el nivel de apatía y desinterés que la mayoría de los estudiantes tenían en clase era espantoso… El 66% de los estudiantes de secundaria no participan en el aprendizaje y el 75% son infelices en la escuela
que se lo apunten los nacionalistas catalanes: sus niños son los que más descontentos van a la escuela, no es raro que sus resultados en PISA sean los peores de España. Añade Strong:
… Cuando iba a dar una demostración de discusión socrática, optimizaba la participación. Si no podía hacer que estuvieran concentrados y comprometidos durante 60 minutos, entonces la clase sería muy poco productiva. Ciertamente, los niños pueden centrarse en legos y videojuegos con un beneficio futuro incierto (tal vez sí, tal vez no). Por otro lado, los estudiantes que se involucran en un enfoque profundo durante horas al día en matemática… casi con certeza se beneficiarán.… Tengo un gran respeto por el desarrollo de habilidades de lectura, escritura y matemáticas de alto nivel. Pero (el trabajo en)… la escuela consiste en ejercicios tediosos con un valor dudoso. Preferiría que mis hijos leyeran y escribieran…, el currículo de matemáticas es, con mucho, el componente más valioso de la escolarización estándar (por imperfecta que sea). ¿Historia? Lea la historia real y atractiva apropiada para el nivel de edad. ¿Ciencia? Explore libros, artículos y videos de ciencias geniales hasta que el estudiante tenga un nivel suficientemente alto de lectura y matemáticas para tomar cursos serios de ciencias, que no comienzan hasta la escuela secundaria (aunque los estudiantes de secundaria capaces pueden tomarlos a edades más tempranas).
El aprendizaje activo como solución
Dice John Tagg, The Teaching Problem, Quillette, 2025:
… La mayoría de los maestros hacen un trabajo mediocre de enseñanza, por lo que la mayoría de sus estudiantes hacen un trabajo mediocre de aprendizaje… La mayor parte de la enseñanza sigue un modelo demostrablemente malo: el profesor les dice a los estudiantes lo que quiere que sepan y luego prueba su capacidad para recordar la información que ha proporcionado. Esta es una de las peores formas posibles de hacer que alguien aprenda algo. Los estudiantes no aprenden mucho, ni siquiera de excelentes profesores, y recuerdan muy poco de que les hayan dicho algo una vez…
El término aprendizaje activo se utiliza para distinguir una serie de enfoques pedagógicos de las clases magistrales convencionales. Consideremos dos clases de Física:
en la primera… el profesor explica un principio o concepto a su clase, escribiendo las fórmulas pertinentes en la pizarra, tal vez usando una demostración física para ilustrar el punto. Los estudiantes se van a casa, leen sus notas y se preparan para el examen. La mayoría de los que lo hacen bien siguieron la clase del profesor teniendo ya en su cabeza los principios físicos y matemáticos involucrados en la explicación por lo que pudieron aprender por sí mismos, y memorizar los algoritmos que conducirían a la respuesta correcta. Pero los alumnos que no controlaban los conceptos fundamentales no les irá tan bien. «Estudiar más» probablemente no ayude. Pocos estudiantes buscarán la oficina del profesor.
En el segundo modelo de clase se utiliza la «instrucción por tus pares» (peer instruction), una técnica desarrollada por Eric Mazur de Harvard… Imagínese el mismo curso. El profesor ha indicado a los alumnos que se lean determinados textos antes de venir a clase. Dedica unos minutos a esbozar los principios centrales de lo que sus alumnos ya han leído, y luego les da un problema con cuatro posibles respuestas. Los estudiantes tienen clickers con los que pueden enviar respuestas remotas a la computadora del profesor. Tienen uno o dos minutos para responder a la pregunta. Luego, el maestro les dice a los estudiantes que expliquen a sus compañeros de la mesa de al lado por qué han respondido a la pregunta como lo han hecho. Luego, todos los estudiantes responden la pregunta por segunda vez. Solo entonces el profesor muestra un gráfico de las respuestas antes y después de la breve discusión. La mayoría de las veces, hay un cambio considerable en las respuestas hacia la respuesta correcta. Finalmente, el maestro pide a un voluntario que explique por qué la respuesta correcta es correcta.
En el primer modelo de impartir una clase, el profesor habla y los alumnos escuchan; recordar y procesar la información recae enteramente en los estudiantes, sin poner a prueba su comprensión ni aplicarla.
En el segundo modelo, el profesor habla durante un rato, los estudiantes aplican lo que han entendido de lo que se les ha enseñado, luego explican cómo han razonado, obtienen retroalimentación inmediata y reflexionan sobre por qué las cosas salieron bien o mal. Hay muchas otras formas de implementar el aprendizaje activo, como la discusión en grupo bien diseñada, los proyectos en grupos pequeños, las preguntas socráticas, la escritura y la combinación de estos en un aula «invertida» donde los estudiantes hacen presentaciones e indicaciones interactivas antes de la clase y luego discuten y defienden sus ideas cara a cara en clase.
Pero este ejemplo muestra la distinción esencial.
El aprendizaje activo no es una idea nueva. Se basa en los mismos principios que han guiado generalmente la formación profesional y (el entrenamiento deportivo)… … el estudiante no es un simple observador, sino un agente, llamado regularmente a evaluar, diagnosticar, explicar y defender.
¿Qué enfoque funciona mejor? … en las últimas décadas, se ha probado empíricamente… que los estudiantes de los cursos de aprendizaje activo obtuvieron resultados significativamente mejores en los exámenes que los estudiantes de los cursos tradicionales y el aprendizaje activo beneficia desproporcionadamente más a los estudiantes de STEM de entornos desfavorecidos y para las estudiantes femeninas en campos dominados por hombres«… «el aprendizaje activo redujo la brecha en la probabilidad de aprobar… en un 45%»… en las ciencias sociales y las humanidades… el aprendizaje activo es superior a la instrucción tradicional por el mismo margen que… para los campos STEM. Los estudiantes que estudian historia, literatura o psicología aprenderán menos si sus profesores se limitan a darles conferencias que si involucran a esos estudiantes en discusiones, escritos y actuaciones continuas.
¿Cómo implicar a los estudiantes para que no caigan en la «apatía y el desinterés» en Derecho?
Utilizar el método socrático (plantear preguntas y evaluar las respuestas críticamente en la clase) y examinar problemas difíciles (textos complejos, discusiones complejas).
¿Por qué no funciona el método socrático en la universidad española?
Porque no hemos convencido a los estudiantes para que vengan con los textos que se van a discutir debidamente preparados.
¿Cómo se puede poner en marcha el método socrático en la universidad española?
Haciendo un examen la segunda semana de clases que cubra el material facilitado y en el que los estudiantes deban demostrar que se han aprendido de memoria el material
¿Cómo convencer a los estudiantes para que se ‘empollen’ el material en las dos primeras semanas?
Haciendo las magistrales obligatorias (el que no asista a más del 80 % de las sesiones, está suspendido)
Reduciendo el material (100 páginas máximo) y mejorando sustancialmente su calidad (comprensible, bien escrito y que aborde problemas intelectualmente relevantes). ¿Hay buenos manuales de 100 páginas de Derecho Mercantil, Derecho Administrativo, Derecho Penal, Derecho Civil Patrimonial, Derecho Constitucional y Teoría del Derecho? Tenemos que escribir y colgar en acceso abierto manuales de cien páginas escritos para alguien que no sepa nada del tema que examina el manual. Al estilo de los «A very short introduction» o de «in a nutshell«. En adelante, «Manual reducido». Los textos han de estar escritos para ser comprendidos sin tener conocimientos conceptuales previos.
La reducción del tamaño (de 300 a 100 páginas para una asignatura de 6 créditos) puede lograrse eliminando de lo que ha de ser aprendido de memoria plazos, fechas, datos, cuestiones triviales («avoid trivia») entendiendo por tales las que carecen de interés intelectual, y detalles de la arquitectura de la institución jurídica, como p. ej., el sistema de elección de los miembros del comité de empresa, los límites de velocidad, las facultades del albacea o el tutor, las funciones del letrado de la administración de justicia o el plazo para presentar la solicitud de concurso. En un curso de Derecho de Sociedades, por ejemplo, cualquier referencia a tipos especiales (AIE, sociedades de garantía recíproca) o al régimen de la responsabilidad de la sociedad en formación o de la convocatoria y celebración de la junta, o del derecho de información o de la responsabilidad de los administradores por las deudas sociales y en la parte general, por ejemplo, el régimen particular de la sociedad colectiva o de la comanditaria (la parte general debe limitarse a explicar el contrato de sociedad y la personalidad jurídica). Además, han de suprimirse todas las «introducciones». No sé quién decía que tras acabar de redactar una columna hay que suprimir la primera frase. Siempre sobra. Con un texto más largo que una columna, hay que suprimir la introducción entera.
Considerando la nota obtenida en ese examen para la calificación final no solo positivamente, también negativamente.
Organización temporal de las clases
Tras la clase de presentación, los alumnos disponen de dos semanas de asistencia voluntaria a clase. Esas dos semanas son suficientes para que ‘empollen’ el Manual reducido.
Las clases durante esas dos semanas se dedicarán a resolver las dudas que les vayan surgiendo en el estudio del Manual reducido.
El primer día de la tercera semana se hace el examen – tipo test – basado en el Manual reducido.Este examen inicial tiene una ventaja adicional: hace notar a los estudiantes sus carencias para abordar la asignatura (conceptos que deberían haber aprendido en asignaturas cursadas previamente, vocabulario, relaciones entre cuestiones…) y se comienzan las clases propiamente dichas.
Las clases propiamente dichas se dedican, como hacemos ahora – por lo menos yo hago – con los seminarios, cada una de ellas a desarrollar una de las cuestiones incluidas en el Manual (extended version) y en el Programa. Para cada una de las clases, el profesor indica la lectura de determinados textos y presenta en clase casos o problemas y discute con los alumnos las mejores soluciones de acuerdo con un syllabus. Es decir, a partir del examen, cada clase puede desarrollarse conforme al método socrático, porque los estudiantes tendrán un «modelo» – imperfecto, incompleto, erróneo en muchos extremos – de las cuestiones que se discutan en clase y, por tanto, se podrán implicar en la discusión. Y lo que es mejor, podremos estar seguros de que todos los estudiantes están en ese mínimo nivel de conocimientos. Es más, superar el examen inicial debería considerarse selectivo, esto es, no superar ese examen debería conducir, necesariamente a un suspenso. De esta forma el estudiante daría una señal de su compromiso con la asignatura: si no es capaz de estudiarse cien páginas ¿cómo va a convencer a nadie de que ha aprendido el contenido de 300?
Este sistema es el que se corresponde mejor con lo que sabemos acerca de cómo se aprende. Se aprende modificando el ‘modelo mental’. Sólo lo que contradice o altera nuestro modelo mental nos obliga a reaccionar (básicamente, luchando o huyendo – fight or flight – o dirigiendo nuestros músculos hacia un punto donde hay una recompensa – comida -).
Se comprende que, con este esquema, la distinción entre clases magistrales y seminarios carece de sentido y debería suprimirse. Los seminarios deben reservarse para lo que siempre fueron: una forma de aprendizaje de materias concretas, distintas de las básicas, en grupos muy pequeños y montados sobre el trabajo personal de cada participante (presentaciones).
Alguna vez, en clase, alumnos de Erasmus me han comentado la diferencia con sus sistemas, en los que precisamente tenían que leer los temas antes de venir a clase y dedicar la sesión a dudas y debates sobre lo estudiado. A día de hoy, es imposible hacerlo aquí. Posiblemente, las mismas Universidades lo rechazarían. Yo -que soy un asociado de m...- he tratado de impulsar un doble sistema el primer día de clase: los que quieran aprobar (que se estudien el manual y los ppt que yo subía) y los que quieran aprender (que se traigan los temas leídos y planteen dudas en clase y pidan a los profesores aspectos prácticos con soluciones). La gran mayoría ha optado por el primer sistema, que es bastante más cómodo.
Un abrazo.